EL FÚTBOL JUVENIL, CAMPEÓN DE LIGA
El equipo logra sobreponerse a la tensión del final liguero, al derbi y al árbitro, en un sufrido empate que le da el título y el ascenso.
LICEO SOROLLA 1 – ESCOLAPIOS POZUELO 1
Elegido como Superpartido de la Jornada, disputado el domingo 13 de mayo en el Valle de las Cañas, correspondiente a la penúltima jornada del grupo 13 de la 2ª div Juvenil.
Este era un título esperado, teniendo en cuenta que el Liceo Sorolla no había perdido ninguno de sus 28 partidos precedentes, condición que sólo nos distinguía a nosotros y a otro más de los 600 equipos que posee la categoría Juvenil en Madrid en todas sus divisiones.
Pero no por esperado iba a ser menos sufrido, y los chicos de Mario Merino terminaron pidiendo la hora en un final de partido de máxima rivalidad y que tomó tintes agónicos: 2 expulsados, un mano a mano salvado en el último suspiro… Escolapios, por momentos mero espectador y por momentos muy intenso, necesitaba ganar, pues estaba a 6 puntos de diferencia de los nuestros con 6 puntos por disputarse.
1er Tiempo (0-1)
El Liceo Sorolla salía con Adrián Hernandez en portería, defensa de cuatro con Nacho Quintana, Javier Quintana, Daniel Umpierrez y Víctor Mendez; centro del campo para Jorge Sousa, Damián Suárez y Pablo Álvarez; en punta de ataque formaban Álvaro Cantera, Fernando Magide y Álvaro Sahelices.
El partido comenzó con claro dominio sorollista, que buscaba salir campeón y dar un golpe sobre la mesa en modo de victoria. El juego de ataque se desarrollaba por la banda derecha, donde asumían la responsabilidad Suárez y N. Quintana creando todo el peligro local, con llegadas por los extremos que no eran aprovechadas ni por Sahelices ni por Magide. Mientras, un inconmensurable Sousa trabajaba a destajo recuperando más y más balones en el centro del campo.
Seguía el asedio de los nuestros contra la portería de Escolapios y, en una de las mejores jugadas de la primera parte, Sahelices realizaba una dejada de cabeza en la frontal del área para que Cantera ejecutase un duro disparo que se fue desviado por centímetros.
No podía faltar la polémica en un partido como este. Empezó el equipo sorollista reclamando un posible penalti sobre Cantera, pero fue a los pocos minutos cuando el árbitro obvió una clarísima pena máxima sobre Suárez, que sonrojó a los propios jugadores rivales pues la patada se escuchó al otro lado del campo.
Llegábamos al minuto 30, momento en que Escolapios se adelantaba en el marcador tras una gran jugada individual por banda izquierda y un fuerte disparo a la escuadra contraria.
El gol dejó tocados a los nuestros y los errores arbitrales empezaban a sacarnos del encuentro. Llegaban oportunidades para los visitantes pero, afortunadamente, un segurísimo Hernández desbarataba todo intento de perforar su portería una segunda vez.
Nos fuimos al descanso con derrota, que no derrotados, pues se tenía la seguridad de que recuperar el dominio inicial era el camino a seguir para lograr el empate.
2º Tiempo (1-1)
Merino realizó dos cambios en el descanso para revitalizar al equipo: salieron del campo Cantera y Sousa para dar entrada a Diego Grande y Juan Sánchez del Campo.
Estos cambios se notaron para bien durante los primeros minutos, en los que los sorollistas gozaban de la posesión de balón en calidad y cantidad suficientes como para generar claras ocasiones de gol. Fruto de esta avalancha de buen fútbol llegó el gol del empate. Suárez recibió una pelota en la banda izquierda, cerca del pico del área grande, se marchó de dos rivales y una vez dentro del área enviaba el balón al palo contrario con gran habilidad, batiendo al portero visitante y dando en esos momentos el título a su equipo.
El empate elevó la intensidad del encuentro, con muchas faltas en el centro del campo, algunas de ellas algo subidas de tono y que el árbitro no supo parar. El partido se trababa demasiado y dejaban de llegar ocasiones, decayendo el espectáculo. Debido a esa tensión, Sánchez del Campo, en una acción infantil, veía la tarjeta roja directa por dar una patada a un contrario sin venir a cuento. Nos quedábamos con 10 jugadores, por lo que había que correr más para suplir esa inferioridad.
Escolapios, encantado con las facilidades, se animó buscando el gol que les volviera a colocar por delante en el marcador, pero la defensa sorollista era un muro imposible de penetrar.
Los nervios aumentaban a medida que se acercaban los últimos minutos de partido. Escolapios quería anotar un segundo gol que le garantizase el ascenso ya que un gol sorollista le haría esperar una semana más y quién sabe… En ese afán atacante dejaron muchos espacios atrás que dieron paso a nuestros contraataques, poniendo en aprietos al guardameta visitante.
El árbitro no quiso perderse la fiesta y en un claro abuso de autoridad expulsó de manera exagerada a Magide, por perder tiempo la primera y por acusarle de provocación la segunda, cuando mucho nos tememos que aún con la boca cerrada le hubiese amonestado igualmente, empañando de alguna manera su gran actuación en la cancha.
Minutos antes, el árbitro ya mostró su talante sacando tarjeta amarilla a Méndez que, camino de los vestuarios, se quitó la camiseta dentro del terreno de juego, sí, pero es que le quedaba apenas medio metro para abandonarlo. Los árbitros mediocres suelen sancionar con gran solemnidad lo nimio, pero cuando deben demostrar su capacidad en situaciones complicadas ya no son tan espléndidos. Sea como fuere, los nuestros se quedaban con 9 jugadores sobre el campo, dando paso a la épica.
Curiosamente, cuando peor estábamos, mejor leímos el partido y supimos manejar los tiempos casi a la perfección. Con dos líneas de cuatro bien colocadas delante del área y una defensa numantina, se conseguía abortar cada intento de ataque visitante a la vez que el balón se jugaba al lugar adecuado en el momento adecuado. Sólo una jugada estuvo a punto de arruinarnos el alirón: un balón rechazado en medio campo dejaba sólo a un delantero de Escolapios, que tuvo 25 metros por delante para pensar el gol, disparando por bajo ante la salida al borde del área grande de Hernández, que tocó el balón lo suficiente como para desviar el balón milagrosamente fuera de los tres palos. De infarto.
El final no parecía llegar nunca. Los últimos minutos el equipo lograba aguantar la pelota el tiempo suficiente, ganando unos segundos valiosísimos en cada saque de banda que se conseguía, mientras todo el mundo pedía la hora hasta que, por fin, el árbitro decidía dar por concluido el partido. Éramos campeones de liga.
N. Quintana, capitán del equipo, confesaba al final del encuentro que “esta liga se ha conseguido gracias a la unión que ha habido durante todo el año en el vestuario. Me siento muy feliz de terminar mi etapa como jugador sorollista portando el brazalete de capitán y ganando una liga”.
Por su parte Merino nos comentaba “estoy muy feliz por este título, los chavales han trabajado muy duro por conseguirlo, se lo merecen” .