por Ignacio Sanchez

Cuántas veces hemos visto a un equipo ganar no sólo un partido sino un campeonato gracias a este tipo de jugadas. Que se lo digan al Manchester United en Barcelona (Campeón de Europa 98/99) gracias a dos goles en los últimos minutos en sendos saques de esquina, al Atleti en la Copa del Rey (gol de Miranda) y la liga en el Camp Nou (gol de Godin), al Real Madrid con la famosa final de Lisboa (gol de Ramos) o incluso a nuestra Selección en las semifinales del mundial de Sudáfrica con aquel gol de Puyol a Alemania que nos daba el pase a la final, en la que salimos campeones.

Este tipo de jugadas son cada vez más importantes, hasta el punto que algunos cuerpos técnicos cuentan con especialistas que se encargan de prepararlas, tanto ofensiva como defensivamente.

En fase ofensiva, tan importante es la colocación de los jugadores para ocupar los espacios en los que en principio irá el balón, como tener un jugador en el equipo capaz de poner la pelota en el lugar preciso. Años atrás estas jugadas no se preparaban tan a conciencia, y es en estos últimos años cuando se adaptan conceptos de otros deportes como el baloncesto (uso de bloqueos) para realizarlas.

En fase defensiva, es muy importante la concentración de cada jugador, ya que un mínimo despiste podría costar un disgusto al equipo. Se puede defender de manera individual (cada jugador marca a otro del equipo contrario y se encarga de evitar, o al menos dificultar al máximo, el remate del rival). También se puede marcar en zona (se coloca a cada jugador estratégicamente en el área y cada uno se encarga de defender la zona asignada). Por último la defensa mixta (en la que se combinan las dos anteriores; unos jugadores se encargan de defender su zona asignada y otros de realizar una marca individual, normalmente a los jugadores que mejor rematan del equipo rival).

Para trabajar este tipo de jugadas, cada entrenador tendrá su propia metodología. Lo habitual es analizar las características de tus jugadores, para seleccionar el tipo de jugada a realizar, los lanzadores y a quien buscar para el remate. Posteriormente se pasa a la explicación teórica a los jugadores, ayudándonos de la pizarra, y utilizando una seña que indique la jugada a realizar. Una vez entendida la teórica se pasa a la práctica, que se suele desarrollar en tres fases. En la primera fase se ejecutan las jugadas sin oposición defensiva. En la segunda, se introduce una defensa pasiva, en la que encontramos defensores pero no impiden el remate. Y en la tercera fase, esa defensa pasa a ser activa y por lo tanto, se produce una situación real de partido.

Habrá entrenadores más tácticos, más técnicos, más ofensivos, más defensivos pero en lo que la inmensa mayoría coincidimos es en la importancia del balón parado.